martes, 13 de agosto de 2013

Reseña de la 4º clase del Seminario Clínico Anual 2013


SEMINARIO CLINICO ANUAL: SINTOMA Y PULSION: CLINICA ACTUAL DE LAS NEUROSIS:
4° CLASE: FUNCION DEL DIAGNOSTICO Y CLINICA DIFERENCIAL: NEUROSIS, PSICOSIS. SINTOMA Y NOMBRE DEL PADRE. LO INCONSCIENTE Y LO INCLASIFICABLE:

          Los días 28 y 29 de junio del corriente año se llevó a cabo la cuarta clase del Seminario Clínico Anual: Síntoma y Pulsión: Clínica actual de las Neurosis, del CID Corrientes - Chaco IOM 2, en el Museo de Medios, sito en la ciudad de Resistencia, Chaco. La misma se tituló “Función del diagnóstico y Clínica diferencial: Neurosis, Psicosis. Síntoma y Nombre del Padre, lo inconsciente y lo inclasificable“, estando a cargo del docente invitado Roberto Cueva, psicoanalista, miembro del IOM 2, Buenos Aires, y acompañando por el Lic. Carlos Trujillo (psicólogo, residente del Servicio de Salud Mental del Hospital “Dr. Julio C. Perrando“ y participante de la ACID) y el Lic. Diego Collantes (psicólogo, residente del Hospital de Salud Mental “San Francisco de Asís“ y participante de la ACID), quienes realizaron presentaciones de casos clínicos abordados en el ámbito hospitalario.
          El día viernes la actividad se inició con la disertación de las perspectivas del concepto, presentadas por Roberto Cueva, quien propuso realizar un repaso sobre el ABC de los términos entendidos como básicos para luego tratar el mito del Nombre del Padre poniendo en cuestión lo que desde el psicoanálisis se pone halla desfalleciendo, la clínica diferencial. El docente evoca para ello la impresión que le ha generado el Cristo en la Cruz, ubicado en la Catedral de Resistencia que le da una impresión de un cuerpo que se desarma por producto que un Cristo que ha tenido un Padre terrible, omnipotente, que ha devenido con el peor de los destinos para su hijo. Cristo cae como resto del goce del Otro.
 Para continuar el relato se cita el abordaje de los Seminarios 3, 4, 5 del mismo Lacan, destacando que mientras el Manual DSM propone trastornos o síndromes concentrándose en los hechos observables que más tarde son categorizados, una clara práctica tan nominalista como positivista, por el otro lado el Psicoanálisis mantendría una posición diferente, más bien se ubicaría en las antípodas de esto. Citando el texto de Miller, “El ruiseñor de Lacan“ ubica al diagnóstico como un arte, un arte que sorprende, arte de juzgar un caso sin regla que implica elaborar un caso a la dignidad de paradigma, tal como lo hizo Freud en el Hombre de las Ratas. Es decir se puede dudar de todo menos de mis síntomas, esto es lo más propio que tiene el Sujeto  tiene que ver con la castración con la falta. El modo del padecer su falta hace de la castración un destino justamente.
                                           S (A)                 Estructura



    Donde el Síntoma tiene un lugar y cumple una función, es a partir del diagnostico, por tanto de la posición del Sujeto en la Estructura, pero sin olvidar la singularidad. Lacan en una elaboración posterior designa del Sinthome, va por el Goce más específicamente en la  implicancia del  Sujeto “Allí donde esta el Síntoma, El yo Goza”. Se empieza hablar del Goce del Síntoma, hay una satisfacción pulsional. El diagnostico no se lleva por una generalidad sino en lo Singular. A diferencia de la Medicina específicamente de la Psiquiatría, donde no esta en juego la subjetividad del que diagnostica, cuando alguien diagnostica está en juego el deseo del analista, por tanto se debe concebir a las entrevistas preliminares como experiencia, recuperando el valor de la experiencia en cuanto tal. En la clínica estructural formalizamos a partir de la discontinuidad, una clínica discontinuista. Propone arrancar por la noción de deseo, es por definición deseo del Inconsciente, deseo no sabido.
          Luego citando a Francoise Leguil, en su texto “El lugar y el lazo“  recalca que en los diagnósticos del DSM no está en juego la subjetividad del que diagnostica y mucho menos, del diagnosticado; a diferencia de la clínica psicoanalítica, en donde cuando alguien diagnostica, esta presente desde el principio el deseo del analista; bajo efecto de la transferencia.
          Continua con los tres tiempos del Edipo, destacando la noción de desarrollo diacronía y sincrónico. En el primer tiempo, el padre constituye un símbolo a situar en el deseo de la madre y es en este punto donde se discrimina la neurosis, de la psicosis; ya que el deseo de la madre no es anómico, en ella ya opera una ley que ordena su deseo. En el segundo tiempo, el padre aparece como interventor que priva a la madre del niño significado como falo materno, frustra y castra al niño, de este modo reintroduce la falta en las dos dimensiones en que se presenta el falo, ser y tener. Para ello, un padre no se sostiene desde un enunciado, sino desde la enunciación. El Nombre del Padre es una dimensión que se encarna en algunas personas que tienen autoridad. Cuando un analista interpreta, hay una puesta en acto de su deseo, el cual desaloja al sujeto de su posición de falo imaginario, acomodándolo en una ley, de castrado. El tercer tiempo consistiría en la instauración del Ideal del yo, de un padre proveedor, el cual promete al sujeto un tener. Destacando de este modo que la clínica de Lacan se organiza alrededor de estos tres tiempos.
      A esta altura de la enseñanza de Lacan la dimensión de la incógnita, con lleva la pregunta por el deseo del Otro ¿Como sabes cual es el deseo que vos habitas? Esta articulación entre el deseo no sabido y el deseo del Otro es fundante en el Sujeto del deseo Icc.
  El día sábado se articularon los conceptos teóricos en la ética de la presentación de los Casos que implican justamente un esfuerzo por la Singularidad.

Evelina San Martín