martes, 4 de noviembre de 2008

PROGRAMA DE INVESTIGACIONES CLINICAS

La enseñanza de la presentación de enfermos (*)

Por Enrique Acuña


En la perspectiva actual del psicoanálisis, podemos ubicar una enseñanza particular de Jacques Lacan: la presentación de enfermos. Enseñanza articulada a una transmisión del psicoanálisis y con consecuencias en la formación de los analistas.

En la Argentina, el ejercicio de estas presentaciones es parte de la tradición de la psiquiatría, ligada a la formación de profesionales (psicólogos, médicos) en el ámbito universitario y en el contexto del hospital. Como práctica de ilustración sobre el fenómeno de la locura, es usada co­mo medida de un “saber hacer”; como intento de transmitir lo que la mirada describe y lo que se nomina de los hechos de la clínica psiquiátrica.

A partir de sus antecedentes en la psiquiatría (la de los clásicos franceses), Lacan provocó una transformación de este ejercicio, convirtiendo la clásica exposición en una entrevista desde el psicoanálisis.

Su presencia periódica, durante años, en el Hospital Sainte-Anne permitió que un público, auditorio de sus presentaciones, escuchara a un analista y a un interno que aceptaba hablar de su sufrimiento. El llamado “enfermo mental” tenía así una oportunidad: la consecuencia de ese encuentro será la manifestación de un sujeto, a partir de la palabra. Por lo tanto, habría que hablar de la enseñanza de los enfermos presentados par Lacan, como lo señala Jacques-Alain Miller.

El producto de ese encuentro particular tie­ne como punto de partida un saber de la estructura, en la particularidad del caso, que se desplaza hacia una elaboración de doctrina (lo que del caso se eleva al paradigma clínico).

Este beneficio para la doctrina es la operación lacaniana que observamos en la articulación entre sus presentaciones, el seminario y los Escritos: en el ejemplo de la alucinación "marrana" (en el Seminario Las Psicosis, y en "De una cuestión preliminar...") se observa no sólo la actitud de Lacan, su atención por la envoltura for­mal del síntoma, la búsqueda del detalle, del elemento nuclear del automatismo mental, sino también el saber atenerse al testimonio.

Por otro lado, en el auditorio, ese “coro antiguo” que se hace marco a la entrevista, los efectos varían. Para Maud Mannoni, Lacan brindaba un aval a la práctica de la psiquiatría con sus presenta­ciones. Si hay alguna enseñanza, para ella, es la posibilidad de identificarse con el paciente y no con el psiquiatra, posibilidad ofrecida a los estudiantes ahí presentes. Acercándose más a la antipsiquiatría que al psicoanálisis, Mannoni prefiere la política de Laing, con su ambición de curar al psicótico y la pasión de comprenderlo.

En oposición, Lacan no comprende, mantiene más bien el suspenso de toda significación, alejándose de la “locura de la comprensión”. Que exista este recurso al sentido común, a la psicologización de un discurso, es también una enseñanza.

El uso del saber por la modalidad universitaria, excluyendo toda relación con el Sujeto como deseante, es un problema de la difusión misma del psicoanálisis. Lacan responde a esta cuestión con la creación de una Sección clínica como lugar de confrontación con otros discursos, lugar de frontera entre el psicoanálisis y otras ciencias.

Esta orientación lacaniana es continuada hoy por sus discípulos: Colette Soler como Eric Laurent, realizan presentaciones en hospitales, en un programa universitario, como lo es la sección clínica, ofreciendo una enseñanza variada según los efectos de este ejercicio. La particularidad de las mismas parte de:

1) Una entrevista distinta a la de un análisis (pero que funciona en esa dirección).

2) Un encuentro entre dos personas y un auditorio, que se realiza con cierta tensión, y donde funciona la prisa, donde, aunque haya que dejar hablar mucho tiempo, puede ser la única oportunidad para el enfermo y para el analista de producir algo nuevo en el decir, en el sujeto.

3) Es necesario que se formule alguna demanda del servicio hospitalario que aloja a ese en­fermo, que los responsables terapéuticos, que dirigen los tratamientos hagan sus preguntas sobre el caso, que algo se espere del psicoanálisis, más allá de la sugestión, un saber entre paréntesis. Se trata de los efectos de transferencia, de su verificación.

4) El analista, en esa entrevista, puede calcular las coordenadas significantes que causaron el desencadenamiento de una psicosis o la vacilación neurótica, observando las formas de arreglo o de estabilización, si las hubiera.

5) El beneficio para el enfermo será la posi­bilidad de tomar alguna posición con respecto a su enfermedad, además de la orientación que puede recibir el encargado de dirigir el tratamiento y las personas que trabajan en el hospital. La discusión del diagnóstico, toma todo su valor, para dirigir la cura hacia el lugar del sujeto, según la estructura.

En este sentido, el pedido de la psiquiatría actual por la práctica muda que genera el psicofármaco y la perdida del punto de partida que es el síntoma, es el de una referencia en un saber olvidado (el de los clásicos de la psiquiatría, por ejem­plo).

Esta clínica del medicamento, sufre los cambios propios que acompañan a las variaciones del sujeto de la ciencia, según los nuevos objetos producidos por los avances de la neuroquímica. La vacilación causada en los practicantes de la psiquiatría es la misma que llama al psicoanálisis a un posible relevo en la elaboración de un saber sobre los puntos de imposible, hecho observable en la práctica con las psicosis.

El problema de las psicosis como fuera de discurso, es también, una puesta a prueba, de los límites del discurso analítico. Por lo tanto, la enseñanza de la presentación de enfermos es fundamentalmente la de los límites de la locura. Enseña un límite que provoca la histerización de los que asisten a la evidencia de un real.

Es necesario, entonces verificar los efectos: en el enfermo (siempre está el riesgo de que no ocurra nada, y se retorne a la rutina psiquiatrica), y en el auditorio (comprobar la transferencia de cada cual, en el sentido de la relación al psicoanálisis que se puede manifestar en aquellos que reciben una enseñanza).

Situar las estrategias de transferencia, y los límites de estructura a partir de lo dicho no sólo por el paciente, sino también por los efectos en el auditorio, significa un pasaje del mundo discursivo universitario, hacia la puesta en marcha del deseo de saber según el modo analítico.

Se trata, por lo tanto de verificar la existencia de la relación de los sujetos con el saber, siguiendo los rodeos de la transferencia y en el pú­blico, la manera de funcionar la transferencia de trabajo.

La demanda de la universidad supone mantener la ilusión de formalizar un puro saber, desde una posición educativa, ya que el saber (S2) en el lugar del agente tiene un efecto de bloqueo sobre la elaboración, y produce sujetos provocadores ($), un producto del cual no se responsabiliza.

J.-A. Miller, en la apertura de la Sección Clínica en España, señala: "Esta enseñanza es demostrativa y es ahí donde el psicoanálisis se encuentra con la Universidad, pero a diferencia de ella, con­duce a un trabajo de elaboración inédita. El saber enseñado, si obtiene su autoridad por su coherencia, sólo encuentra su verdad en el inconciente, en un saber donde no hay nadie para decir yo sé".

La Sección clínica hace funcionar, así, la proposición de Lacan: hay un matema del psicoanálisis; y es que alguna cosa de lo que enseña la experiencia analítica es efectivamente trasmisible. Por lo tanto será también el lugar para formular la pregunta: ¿qué es una enseñanza? Así como una Escuela, la puesta en forma de su concepto, es útil para formular aquella que toca el analista, la que articula su saber con su deseo, única posibilidad para el porvenir del psicoanálisis. Ambas cuestiones, fueron respuestas de Lacan a la formación de los analistas.

Esta enseñanza ha sido sostenida por Lacan, incitando a un saber, pero en posición de analizante, y desde su referencia a Freud. Eso que se trasmite de un sujeto a otro por las vías de una transferencia de trabajo, como un saber expuesto.

Para concluir, podemos decir que para un buen uso de las presentaciones de enfermos es necesario ubicarlas como una enseñanza en las coordenadas de una sección clínica, una Escuela y entre las variables de la transferencia al psicoanálisis.

(*)-Texto leído en la Convención Septiembre de la Biblioteca Internacional de Psicoanálisis, septiembre 1991. Buenos Aires. Publicado en Perspectivas del psicoanálisis. AAVV. Ed. Anáfora, Bs.As., 1993.-

Bibliografía

-Lacan , Jacques: “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis”. Escritos II .Ed Siglo XXI, 1985.-

-Miller, J.-A.: “Enseñanzas de la presentación de enfermos”. Matemas I. Ed Manantial 1988.

-Laurent, Eric: Sobre la utilidad de las presentaciones de Lacan.(Comunicación personal, Paris, enero 1991.-

-García, Germán: Sobre la sección clinica. Notas del Clase Curso anual 1991.(inédito)

-Soler, Colette: “La presentación de enfermos”. Revista Malentendido N 4. Buenos Aires, 1990.-