miércoles, 20 de febrero de 2008

Entre celos y envidias:La venganza



Entre celos y envidias: la venganza.
-Un detalle de Las Primas-

Por Enrique Acuña

No hay tanta fantasía porque muchas cosas ocurrieron, porque había infradotados y yo los quería y sentía que tenía que llevar también algo de ellos. (…)
Ella solita (Yuna) se mejora, estudia, lee, siempre anda con el diccionario porque se le ocurren cosas, palabras, porque tiene un espíritu superior. Pero para mí la más interesante es Petra, porque ella es la vida, la crueldad, la venganza. Petra es lo que es el mundo.




Aurora Venturini.-Reportaje-


Letras usando el inconsciente

En una época que convive con las demandas jurídicas de las victimas que son “perjudicados” por un daño físico o mental y en pleno auge de cierta minoridad generalizada, el discurso de las pasiones recobra valor. En este contexto la novela Las primas de Aurora Venturini logra su premio(*). La eficacia de su literatura esta dada porque hace una práctica de la letra como flores retóricas de las pasiones que converge con el uso del inconsciente como pulsional.

Ese particular saber del psicoanálisis se enlaza cuando la autora conoce al psicoanalista húngaro Béla Székely, quien llega en los años 40 a la ciudad de La Plata, en la diáspora judía posterior a Auschwitz.

Venturini aprendió los tests de Rorschach que Szekely –“un analista a la deriva” como lo llama Germán García a propósito de su imposible insercion en la IPA local- trajo en su valija de exilio. En otra novela-testimonio (Nanina, Justina y el Doctor Rorscharch) rastrea esta influencia analítica cuando dos mujeres de un instituto de menores son analizadas a partir del gatillo que aprieta el test.

Las primas, novela de iniciación como también acercamiento a las pasiones del yo , describe la retórica de las pasiones y en particular el pasaje de la envidia y los celos a la venganza, no tanto de un género como la de la lógica de ese personaje, mujer, en particular.

La trama -cuatro mas una-
Una familia italiana plena de mujeres que soportan el fantasma de la minusvalía física cuando no la debilidad mental. Ya en la deformación real de un cuerpo o en una enfermedad genética, ellas se posicionan en relación al lenguaje como un ideal de saber imposible de alcanzar. Hubo un padre que se marchó para siempre dejando esa falla.

En el cotolengo dos hermanas Betina y Yuna se entrecruzan con dos primas, Karina y Petra. Son los cuatro vértices de un cuadrángulo femenino que se ordena alrededor de un vacío. Esta estructura mínima cambia con sus variantes de intriga: Betina la deforme criatura perjudicada que en su silla recibe el amor piadoso y una relación fetichista con un profesor. Karina, quien une la sexualidad con al muerte después de un aborto.

Yuna la narradora, sufre de la sintaxis y recurre al diccionario para llenar las frases interrumpidas por su afasia, es la envidiosa de la sexualidad aberrante de las otras. Es quien se acerca a una solución final por la sublimación en la pintura y el olvido del goce. Yuna habla como escribe, no usa puntos ni comas, organiza las líneas de fuerza de su relato a partir del déficit y la misma escritura la va curando. Maniobra a las primas hacia un lugar decisivo: el juego de niñas con el sexo, propia de la novela de iniciación para limitarse con el tabú de la virginidad.


Finalmente Petra, la enana prostituta que lleva a los extremos la pasión del odio y la venganza castrando a quien violaba a su hermana. Encarna la paradoja de la deformidad malvada, o la justificación del mal por la desgracia. Freud dio el ejemplo de un carácter que reivindica este “ser de excepción”, como el parlamento de Gloucester en Ricardo III: “.yo…hasta tal punto contrahecho y desgraciado, que los perros me ladran a su paso…si no puedo ser amante ni tomar parte de los placeres de estos días de felicidad, he de determinarme a ser un malvado y odiar con toda mi alma estos goces frívolos”. Tomado como un programa de vida hace de Petra la justiciera de la familia con su catàlogo de crueldad.

Por estructura hay un quinto espacio del lenguaje como operador vacío, al cual cada una se engancha o desengancha en un juego mortal de saber más o menos usar lalengua. Ese arreglo con el significante va siguiendo las leyes de la carencia –en la minusvalía y la debilidad- o de la potencia –el diccionario como metáfora del deseo.

Finalmente la pintura como sublimación artística permite a solo una hacerse un nombre: un cuado con la firma “Riglos” es lo que vende bien en el mercado de las artes donde Yuna logra hacer entrar su sufrimiento en un valor de cambio.

Flores retóricas
De este anudamiento entre sexualidad y muerte, el lenguaje del débil se fortalece con la narración fuerte de las pasiones que tocan al lector. Por un lado la pasión de ignorancia, porque ¿Quien podría saber que es ser una mujer y que es la maternidad? ataca la tía Nené, personaje que deviene loca por la muerte de su madre a quien sigue alucinando viva.
Segundo: los celos de Yuna cuando su profesor se enamora de su tia y de su hermana o la envidia, que alude a lo escopico de alguien que “ve con malos ojos” lo que la otra tiene y a ella desea. Entre las dos la justicia es vengativa. Es una potencia en acto, cual Antígona que en su vindicación suicida logra lavar la afrenta al destruir al Amo Creonte por lo que tiene de mas valioso, entendiendo que en Sófocles como en los griegos la retaliación supone el ascenso a la virtud.

“Venganza de genero” falsa, si entendemos que la “violencia de genero” es una clasificación relativista que nombra al yo, cuestionable como paradigma de la histeria actual. El género como una clase que nombra una posición sexual no es una identificación simbólica, es decir durable. La “violencia de genero” –¿masculino?- no se corresponde a la venganza de las mujeres, necesariamente. No habría que anticipar ese nombre para el goce de cada una de las mujeres cuando se hallan ante el enigma (y no la certeza) de lo femenino.
Porque se trata del lenguaje de las pasiones como flor retórica de un yo que describe la fijación del sujeto con su objeto en términos de placer o dolor. Formas del discurso que son segundas a otra fijación a lo que se esta necesariamente alienado. Las pasiones no son las pulsiones sino que siguen un circuito indirecto de modalizaciones que el yo en sus enunciados dibuja para no decir directamente sobre la exigencia del goce.(3)
A diferencia de las emociones que son un mecanismo orgánico en un cuerpo biológico, las pasiones son el discurso del yo como arreglo al mundo aunque traigan una corte de conflictos de intereses. Paródicas, no dicen del fantasma personal, sino por la pantomima de una conducta social.

Vendetá cómica
Finalmente es el humor de fondo el que se escucha en la falla del chiste en estas mujeres trágicas. Se hacen cómicas con ritmo de sainete y vendetta. Por eso la risa escapa en el lector de Las primas. Pero Aurora Venturini regala su boutade en otro libro (2), en un detalle que llama “Vendetà”: Ella dice que Ruben Dario, a pesar de ser un revolucionario de las letras, se manifiesta ignorante frente a la obra de Isidoro Duchase -Lautreamont- y se burla de los cantos de Maldoror. Un amigo le contó que en Nicaragua hay una estatua de Ruben Dario togado a la que los actuales poetas llaman “La señora embarazada”. Esa es una “vendetà”.

“Petra es lo que es el mundo” decía Venturini a unas periodistas que para ella no eran tan normales. ¿Habrá acaso tanta castración en lo imaginario de la literatura o en lo simbólico del psicoanálisis como en lo real del mundo? El conventillo de Las primas no es solo un caso de familia italiana tocada por la falta de saber y la vendetà sino una costumbre bien argentina. Pasa en las mejores familias: lo familiar se hace siniestro.-

Notas:

(*)Venturini, Aurora: Las Primas. Ed. La Pagina , 2007.(Premio nueva novela Pagina 12)

(1)-García Germán: El psicoanalisis y los debates culturales. Capitulo 11.”Béla Székely, un analista a la deriva”.Ed. Paidos, 2005.

(2)-Venturini, Aurora: Lautremont, Satánica trinidad. Quinqué editores. 2007.-

(3)-García, Germán: La clínica y el lenguaje de las pasiones. Ed. Cuaderno Centro Descartes
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